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Autor: Felas du Richard
Uno de los grandes cuestionamientos del hombre consiste en plantearse si realmente es feliz, porque sin lugar a dudas es el objetivo básico para recorrer con éxito el periplo de una fantasía diaria en este maravilloso mundo de contrastes y permanente aprendizaje.
Se supone que al coronar la exaltación de Maestro, luego de asimilar símbolos y transmutar comportamientos, la maestría adquirida permite transmitir felicidad cuya única noble condición es mantener una decidida tendencia ascendente hacia el vértice de la pirámide.
La felicidad desde su intrínseca conformación de individual interioridad es un estado de la personalidad que apacigua los conflictos emocionales, logrando un equilibrio entre el pensar, ser, decir y hacer sin la presencia del ego; es la verdadera amalgama integral de una inteligencia emocional.
La felicidad conlleva una disposición altruista sin aplausos pero con una decidida carga de satisfacción que solo el bagaje espiritual está en capacidad de asimilar, por ser la felicidad un cristalino reflejo de la deidad universal.
Mientras compartamos este mundo de expiación necesitamos actuar con aplomo enmarcados en el verdadero concepto de la realidad si queremos ciertamente ser felices. Considerar algunas directrices construye las bases para alcanzar la tan anhelada estabilidad emocional:
- La competencia por las metas solo existe en la mente humana; lo ideal se logra gracias a la excelencia y no a la competencia.
- El logro implica una honesta remuneración a la cual los seres humanos tenemos derecho, necesaria para alcanzar tranquilidad económica. La riqueza debe sugir como fruto de un mérito sistemático y armonioso, distanciada del facilismo y alejada de la corrupción.
- Como entidades gregarias necesitamos crear un entorno de aceptación cuya selección depende solo de nosotros, recordando que a los padres son kármicamente escogidos pero los amigos inteligentemente elegidos.
- La indiferencia hacia lo irrelevante, hacia los compromisos improductivos y hacia lo que el tiempo se llevó, hace estabilidad emocional.
- La gratitud y el compromiso por la patria, por la familia y por la sociedad más desfavorecida, logran estructurar la dignidad humana.
- Somos una respuesta física y emocional de lo que pensamos y de lo que consumimos.
- Pensamientos positivos, altruistas y enriquecidos de convicción encarnan la materia prima de las realizaciones.
- Consumo de vicio e involución generan vibraciones de las mismas frecuencias.
- Comer es diferente de alimentarse. Alimentarse es el arte de la autoestima y la verdadera curación.
La felicidad debe ser la esencia del Empíreo que soporta el entendimiento y la convivencia humana. Irradiar felicidad, sentir felicidad y forjar felicidad son las sagradas enseñanzas que identifican al Maestro y soportan el verdadero contenido de la maestría.
Que todos seamos eternamente felices.
Felas du Richard
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